Cables del mundo: Primavera Sound 2010, Barcelona.


Un gusto y un lujo que podemos darnos en este humilde reducto de melodías encontradas es contar con corresponsales en el mundo sin tener la más mínima posibilidad de pagarlos. Por eso es triple el placer de difrutar las crónicas de estos inmigrantes, residentes, nómades o fugitivos que siempre están ahí donde pasan las cosas cámara y grabador en mano. Hoy inauguramos esta sección con un relato casi de aventuras que nos pasea por el último Primavera Sound de Barcelona como si fuéramos subidos a la escoba de Harry Potter manejada por el protagonista de Requiem para un sueño.

Corresponsal: Germán Milanesi
Me subo al bote, remo con calma hasta una escollera del Fórum y entro por fin al cumpleaños número 10 del Primavera Sound vestido para el baile: raya al costado, camisa leñadora, gafas oscuras de Mc Donald's, jeans arremangados por encima de los tobillos y leñadores sin cordones para que parezcan náuticos (moda mona moma). Frente a mí, una gran piñata: siete, ocho, nueve escenarios, cientos de bandas y miles de personas.
Ahí voy, a pegar codazos y agarrar todo lo que pueda.

El papel picado cae y yo cierro los ojos. Cuando los abro descubro a la cantante x de The XX escuchando el último acorde de la última canción de Elmatóaunpoliciamotorizado. Chau, gracias, dice Santiago arriba de su escenario, y yo sigo a la cantante x hasta el suyo, uno demasiado grande y abierto: The XX está creciendo y, como leí por ahí, nadie tiene la culpa.
Eso, chau, gracias.

Y La trompeta no suena y me encanta: escuchando el folklore con letras en inglés soviético de Bigott, levanto el puño y marcho tras mis camaradas de cumple tarareando himnos con bajo en Mim y ukelele.



El caramelo me lo regalan los A Sunny Day in Glasgow y me sonríen y me venden el segundo y con sus voces flotantes me animan a pensar que el día es largo, muy largo. Tan largo que antes de que vuelva a amanecer, los negaré tres veces: "las veo cantar pero no las escucho, no las escucho, no las escucho". 'Dreamy pop' que le dicen, Judas, 'dreamy pop'.



Y ahora atiendan El celular de plástico que suenan los politonos de The Drums: Let's go surfing, I felt stupid, Down by the water. Envía drums al 7222 y...



Dale a La matraca que empieza la fiesta: miro alrededor y todos cantan a los Pixies. Conocen sus canciones, crecieron con ellas. Y yo podría haber crecido perfectamente con ellas. Pero ellos fueron al A y yo fui al B. Cuestión de grados.

Y de pronto, me cuelo en la cocina donde los grandes toman Vino con Soda: los Wilco (jóvenes padres clásicos y ejemplares que una vez más lo han hecho todo bien) están intentando levantarse a la madre joven (yo no les digo nada, pero creo que es Marc Almond con peluca; en algo tienen que equivocarse);

Los Pet Shop Boys hablan entre ellos y se dicen: "no, bueno, nuestro show está bien, vale la pena, aunque sea por el espectáculo; sí, eso, tenemos que sonar bien y… tenemos que cuidar bien el tema de las luces; si, eso, que nos vengan a ver y que digan que a pesar de todo… que nuestra puesta en escena es inmejorable… ¡eh!, y tenemos el cover de Viva la Vida...";



y el Alma viva de Camarón al que todavía no le termina de cerrar La Leyenda del Tiempo y que no entiende qué hace entre tantos cuerpos muertos, aprende a tocar el arpa con las Cocorosie, sin duda, las más lindas de la fiesta;




y de pronto escucho...

¡Te vinieron a buscar! y me voy de la fiesta y descubro y leo que la gente se llenó las manos de juguetes de los Beach House,



y Van Dyke
y Florence and The Machine

Y sí, las piñatas explotan.