¿Yorke o Montaner?, por Ivan Dessau


Hacía mucho que no escribía. Básicamente no tenía nada para decir. Pero ahora, sentado frente a la pantalla, quizá con la obligación de decir algo (más por compromiso con los muchachos del blog que otra cosa) entiendo lo que pasa. Estoy bastante feliz. Y no hay nada menos inspirador que la felicidad.

Me alejé de un trabajo asfixiante en el Microcentro y pasé a otro mucho más placentero a dos cuadras de mi casa. Motivo suficiente para estar contento. Pero decirlo me da vergüenza. Tampoco estoy acostumbrado, es una sensación tan agradable como extraña. De mucha paz. Alejarme del Microcentro también me hizo alejarme de todo lo que genera violencia. Las noticias. Los chimentos. Los taxis. Hay que alejarse, no queda otra. No digo vivir en una nube de pedos, sino simplemente sacarse de encima las mochilas pesadas que además no llevan nada adentro. No me hago el Coelho con esto. Sé que las mejores canciones, las más emocionales y valiosas, se cocinan en los caldos de una profunda tristeza. ¿Mito del artista torturado? ¿Pose snob? No lo sé. Pero por algo la tristeza ajena genera empatía, y la alegría ajena, irritación. Daríamos lo que fuera por un poco de felicidad, ¿pero pagaríamos el precio de perder canciones celestiales? ¿Yorke o Montaner? Esa es la cuestión.





Foto Barbara Reiter, hay más aquí flickr.com/tedetilo.